lunes, 28 de enero de 2013

Emociones de infancia.



Aquel día en que ocurrió el desastre de las muñecas y la inocente inundación, recuerdo que inicialmente parecía solo un día más en el que jugaba sola, nada parecía nuevo o extraño, pero al despertar y ver a mi familia regañándome y yo aún somnolienta la primera emoción que me embargo fue la preocupación por todos los objetos que podrían dañarse y la repercusión que esto tendría en mi por parte de mis enojados padres. Estaba asustada y ansiosa por lo que fuese a pasar, pero la reacción de quienes interrumpieron mi sueño no fue tan negativa como lo esperaba.

Posteriormente el sentimiento que me inundo fue el de culpa con algo de gracia, porque al final de cuentas fue mi descuido, un descuido que me hizo sentirme en uno de mis programas favoritos de siempre, pero fue tan rápido todo lo ocurrido que no tuve tiempo de arrepentirme o alegrarme por la aventura a mi parecer que estaba pasando en mi propia casa sino que tuve que apresurarme lo más pronto posible a buscar traperos, escobas y todo tipo de implementos para retirar todo el agua de la casa.

Después de lograr sacar el agua y secar todo lo que había en la planta baja y el segundo piso, pude reírme tranquila, a pesar del regaño me sentí aliviada y con hilaridad afronte la consecuencia; aunque era una pequeña niña asustada, con gran miedo e inmenso respeto por mis padres me pareció divertido lo ocurrido y en mi inocencia comprendí que fue tan solo un descuido que salió un poco caro, mas adelante entendí que no fue ni el primer ni el ultimo olvido que traería repercusiones en mi corta vida.

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