viernes, 5 de abril de 2013

CRONICA PRIMER BESO



Es un día normal, sábado recuerdo, suena la música de planchar de mi mamá y sus gritos me recuerdan que sí esa tarde quiero ir a la fiesta de Daniela debo arreglar y dejar en perfecto estado mi habitación. A las 11 de la mañana ya estaba terminando los deberes, bañarme fue la acción a seguir. Fácilmente me describirían como una niña desarreglada pero ese día por alguna razón, lucir “bien” es importante. Alrededor de las 2 de la tarde espero por la llamada que fuera la orden de partida hacia la dichosa fiesta.

Son las 3 de la tarde aproximadamente, es octubre de 2008. Por fin suena el teléfono. Es Tatiana quien me dice que en 15 minutos debo estar en el parque central de Funza para ir todos caminando hacia la casa donde sería la reunión. Salgo despabilada, a pesar de que usualmente tardo 6 minutos caminando hasta tal parque, hoy, por ninguna razón puedo llegar tarde, corro entre la gente que me observa de forma extraña, espero que por mi afán y no por lo despeinada o sonrojada por la actividad física que implicaba recorrer esas cuadras a toda marcha.

No valieron la pena las toscas miradas de hace unos instantes de las personas que estaban por el lugar, estuve más de 20 minutos esperando sola en una silla del parque hasta que todos mis amigos, uno a uno fueron llegando. A las 3 y 30 iniciamos la caminata hasta el barrio el Trébol en Mosquera. Llegamos alrededor de las 4 y la música empezó a sonar. Todos en sus asuntos, bailaban, reían, bebían, yo más allá de cualquier cosa, observaba. Siempre había sido la más pequeña del grupo y desde hace unos días atrás lo sentía más que nunca, con la presión de ser la única que aun a sus 12 años jamás había besado en la boca a nadie más que a su madre.

El lleva una camiseta verde a cuadros, jean blanco entubado, tenis blancos y un peinado absolutamente detestable. Es Elkin. Un compañero de mi salón, varios años mayor que yo, que desde hace varias semanas o meses me atrevo a decir, se dedica a enviarme chocolates, cartas, flores y un sinfín de cosas que para mí poco valor tienen, él no sabe que me gusta su mejor amigo Sebastián, en la simpleza que ve el mundo aún no ha notado que no me interesa en lo absoluto sus detalles.

Va transcurriendo la tarde de aquellas fiesta de niños, cometo un grave error que aun para el 2010 tendrá repercusiones en mi vida, pero eso no importa en este momento, la presión me gana la batalla, no quiero seguir siendo la niña pequeña que además de ser la única que no bebe, es la única que ha sido incapaz de dar un beso. El momento se da, en una hamaca en el patio de Daniela, mientras el me besa y me dice cuanto le gusto yo no puedo dejar de pensar en “Los Simpson”, el primer beso de Marge y Homero y la canción “So happy together” de “The turtles”. Es casi la única parte que aún permanece guardada en mis recuerdos de aquel primer beso, una caricatura y una canción de una fiesta esplendida, el resto, la parte soñada, el roce de labios y todo lo que conllevo, no importo ese día, sigue sin importancia ahora.


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