lunes, 4 de marzo de 2013

Último minuto de vida.



Soy un hombre como cualquier otro digo siempre, tuve sueños, aspiraciones, todo eso lo tuve, lo juro. No sé en qué momento llegue a este lugar en el que no soy nadie, no tengo nada, mi familia está muerta y lo único que tengo es la certeza de una muerte que no da espera.
Solo me resta un minuto de vida en el cual vienen a mí, reminiscencias de una vida llena de tragedias y de errores que me llevaron a este lugar, a morir como un animal sin dignidad alguna. Hace un par de años pensé en la muerte y se veía como algo lejano que a mi edad ni se tenía en mente.
Tengo 33 años, vivo en Texas y nunca fue sencilla mi vida. Cuando tenía 12 años vi morir a mi madre en brazos de un hombre que solo quería un maldito collar que estuvo en la familia por siglos, no sé porque tuvo que usarlo justo ese día, solo sé que la asesino, frente a mí, porque se rehusó a entregarlo, un solo disparo y empezó a desangrarse de la manera más dolorosa, fui incapaz de hacer algo, de ayudarla, solo pude observar y tenerla en mis brazos entre mis sollozos de niño asustado. A mi padre nunca lo conocí y nunca me importo la verdad, era un desconocido que nunca se interesó por mi o mi hermana, la única familia con la que contaba ahora.
En un acto de análisis mi vida siempre llego un punto donde creo rasguñar la felicidad hasta que un hecho desafortunado me quitara cualquier esperanza de vivir, aun siendo niño. Recuerdo claramente cuando estaba en primer año de preparatoria, que secretamente amaba a Isabelle, me encantaba como miraba a Jacob y se barnizaba las uñas en el almuerzo con sus amigas. Siempre quise hablarle, pero era tan retraído y cada vez veía que mi autismo me consumía cual cáncer, llegue a imaginarme en una vida perfecta junto a ella, que dormíamos en campos inmensos de flores aun sin haberle dirigido un saludo, llegando al cenit de mis emociones, sintiéndome imponente e indestructible, feliz como nunca, viviendo de alucinaciones que solo hallaban hogar en mi cerebro; estos hallaron un punto donde su choque con la realidad sería tan estrepitoso como el susurro de estos hombres que están a segundos de acabar con mi vida, y así fue como en medio del patio le grite a Isabelle que me moría por ella y le robe un beso a pesar de su rostro de desprecio y asco me sentí absolutamente pleno y feliz con el simple roce de sus labios suaves y perfectos en los secos y partidos míos.
Todos estos recuerdos vienen a mí justo cuando se interrumpen  por el grito de ese hombre que me avisa que me quedan 40 segundos de vida, me amarran los brazos y piernas mientras preparan las jeringas y yo sin anestesia alguna, observo. Intento dejar de pensar en eso, intento recordar mis momentos felices, como cuando conocí a Kath.
Kath fue la mujer de mi vida, la conocí en Forth Worth, en un viaje que hice por azares de la vida, ella me observaba de una manera tan picara y especial que aun puedo sentir su mirada aquí, tras ese estrado, como si nunca hubiera muerto  y  aunque hasta el último día de su vida lo negó, yo sé que me observaba tan encantada como yo lo estaba con ella, tome fuerzas y me acerque a hablarle con la delicadeza con que nunca lo hice y el resto es historia, fue el amor de mi vida, fue perfecta, la madre de mis dos pequeña Jenna y Taylor.
Desde que me encarcelaron, hasta hoy, el día de mi muerte, siempre me preguntaron porque tuve que asesinarlas, siempre diciendo:
— ¡Desgraciado! Eran unas niñas, era tu esposa, tú hermana, ¿Cuál es tu problema, bastardo?
Dios, pero es que nadie entiende lo despreciables que un día se tornaron, nadie entiende la basura en la que se convirtieron. No es culpa de mi enfermedad, esto no tiene nada que ver con un autismo que ha sido mi única compañía siempre, ¡NO! Era más que eso.
Ya se acaba el tiempo, hay tantas cosas que faltan por recordar de una vida feliz, algo feliz,  no espero que nadie alguna vez entienda porque lo hice, solo puedo decir que tengo la certeza de que hice lo correcto y que mi muerte no es en vano porque ellas al igual que yo merecían su muerte, me traicionaron, juraron nunca dejarme y miren esta realidad.
Vuelvo a la realidad con la voz de ese hombre que dice que se acabó, siento como se inmoviliza mi cuerpo y se cierran mis ojos, esta mierda se acabó.

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